Cualquier cosa que aparezca entre nuestras hortalizas es una mala hierba. El paso básico para prevenir su aparición es despejar el suelo lo mejor posible antes de comenzar a plantar. Cuanto más limpio esté el suelo menor es el riego de su aparición.
Aun así, es inevitable que salgan, por lo que de uno a tres días después de cada riego (dependiendo de las condiciones meteorológicas), conviene perder unos minutos en eliminar las que van saliendo entre las hortalizas que hemos plantado, lo que aprovecharemos también para soltar la tierra que se queda apelmazada por el efecto del riego, sobre todo si regamos por inundación. Conviene que la primera capa de tierra esté siempre suelta. Para soltar la tierra basta con rascar la superficie con cuidado de no dañar nuestras hortalizas y es muy importante que esta tarea se realice con la tierra un poco húmeda (con tempero)en otro caso –si está muy húmeda o seca- no quedará bien y será más difícil hacerlo sin dañar a nuestras hortalizas.
Aun así, es inevitable que salgan, por lo que de uno a tres días después de cada riego (dependiendo de las condiciones meteorológicas), conviene perder unos minutos en eliminar las que van saliendo entre las hortalizas que hemos plantado, lo que aprovecharemos también para soltar la tierra que se queda apelmazada por el efecto del riego, sobre todo si regamos por inundación. Conviene que la primera capa de tierra esté siempre suelta. Para soltar la tierra basta con rascar la superficie con cuidado de no dañar nuestras hortalizas y es muy importante que esta tarea se realice con la tierra un poco húmeda (con tempero)en otro caso –si está muy húmeda o seca- no quedará bien y será más difícil hacerlo sin dañar a nuestras hortalizas.
Volviendo a la preparación del suelo, la eliminación de malas hierbas es el primer paso que debemos dar. Podemos hacerlo con la azada, o mejor, regando abundantemente el suelo y al día siguiente o mejor al otro, con el suelo húmedo, las arrancamos con la mano tiendo de ellas. Este método es más eficiente puesto que eliminará las raíces y será más difícil que vuelvan a proliferar. El tiempo que nos va a costar la operación es aproximadamente el mismo hacerlo con la mano a hacerlo con la herramienta y más descansado hacerlo a mano. Si alguna hierba se resiste podemos utilizar la azada.
AIREAR Y MULLIR
Existen diversos instrumentos para realizar esta tarea: Laya u horca de cuatro dientes, pala de cavar, azadas o utilizar un motocultor.
Para hacer esta labor hay que considerar que la tierra tiene que tener tempero. No debe estar seca, lo que hace muy difícil el labrado del terreno ya que hará polvo y dejará los consabidos terrones de tierra apelmazada. Por el contrario, si está demasiado húmeda se apelmazará y se pegará a la herramienta.
Para conseguir tempero hay que regar la tierra abundantemente y de dos a cuatro días después, dependiendo del calor y la humedad ambiental, la tierra se podrá trabajar para airearla y mullirla. Para que haya tempero la tierra tiene que estar húmeda sin que se pegue a los dedos al pellizcarla, es decir, que se haga polvo.
Hay una técnica que consiste en remover la tierra con la pala de cavar o la laya (horqueta) sin voltearla, esta técnica es más respetuosa con la naturaleza porque mantiene la estructura del suelo.
Conviene remover la tierra entre 20 y 25 cm. de profundidad añadiendo previamente estiércol,compost, o cualquier otro fertilizante. Para el estiércol serán suficientes de 3 a 5 litros por m2, es decir, entre tres y cuatro carretillas por parcela de 50 m2. Para el resto de abonos seguir las instrucciones del fabricante.
Par utilizar la horqueta o laya y la pala de cavar seguid los pasos siguientes:
1. Cogemos la horca y la clavamos en el suelo apoyando sobre ella el pie. La hundimos en la tierra entre 25 y 30 cm. y la movemos ligeramente hacia delante y hacia atrás.
2. Apretamos el mango hacia abajo volteando la tierra y luego disolvemos los terrones golpeándolos ligeramente. Si no se disuelven con facilidad es que la tierra está muy seca o demasiado blanda. Entonces volvemos a mojar o la dejamos secar según el caso y hacemos la labor más adelante.
3. Volvemos a colocar la horca o la pala a unos seis a ocho centímetros y repetimos la operación. Si resulta dificultoso es que la tierra no tiene la humedad adecuada y conviene regar y esperar a que haya empero.
Es muy importante que esta operación deje la tierra perfectamente preparada para la siembra, ya que de ello dependerá gran parte del éxito de nuestra cosecha.
ALLANAR
Consiste en dejar la tierra llana para la siembra y uno de los aspectos relevantes es eliminar los terrones o conglomerados de tierra compactada que se forman debido a labrar la tierra fuera del punto adecuado de tempero y con la tierra seca. Estos terrones se quedan muy duros cuando se secan. Para deshacerlos hay que mojarlos abundantemente y dejarlos con humedad hasta el día siguiente, momento en que se desharán con facilidad pasando el reverso del rastrillo. Si hay que golpear, mejor hacerlo con la parte posterior de la azada.
La zona de cultivo debe quedar llana y la tierra con una textura suave y con el granulado de la tierra fino.
Realizar las tareas de allanado o labrado fuera del punto adecuado de tempero es fatigoso y además no quedará bien la tierra, con lo que la productividad de la misma se resentirá durante toda la temporada. Si se hace forzando la situación nos quedarán terrones de tierra muy dura que serán muy difíciles de eliminar.
||ABONADO DEL TERRENO
La fertilización de la tierra es esencial y consiste en incorporar materia orgánica suficiente para la nutrición de las plantas. También se pueden utilizar fertilizantes químicos comerciales.
Los fertilizantes orgánicos son de origen animal o vegetal, aunque también los hay sintetizados, entre ellos citaremos el estiércol, el humus de lombriz, compost, mantillo, etc. Los abonos químicos son sustancias de origen mineral que proceden en su mayoría de yacimiento minerales.
Los abonos orgánicos son de acción más lenta, ya que el nitrógeno se libera más despacio porque se produce por descomposición bacteriana, por el contrario son beneficiosos para esponjar la tierra, sobre todo el compost. En el caso del estiércol, su asimilación por la planta no se iniciará hasta trascurridos de 14 a 18 meses desde su utilización.
Los abonos minerales son de acción rápida y proporcionan a la planta los nutrientes para su completo desarrollo.
Ambos pueden usarse combinados e incluso, para la mayoría de los expertos ambas clases de abono son vitales para la planta.
La mejor forma de utilizar el abono mineral es poniéndolo lo más cerca posible de la raíz de la planta, para ello se hace un agujero con el pincho de plantar o con un palo a una distancia razonable de la planta y se pone dentro el equivalente a una cucharilla de café (de las tazas, unas diez a quince bolitas), luego se entierra y el agua hará el resto. Esta operación, realizada cada cuatro u ocho semanas, es suficiente para tener las plantas perfectamente abonadas. Si te resistes a usar abonos minerales, puedes hacerlo con humus de lombriz, un puñado pequeño colocado de la misma manera y enterrado será suficiente para dos o tres meses.
Como ya se ha indicado para abonar el suelo se necesitarán de 3 a 5 litros de estiércol por m2, es decir, tres o cuatro carretillas por cada 50 m2. Poner una cantidad mayor es desaconsejable ya que con el tiempo aumentará el nivel de Ph y volverá la tierra ácida, con lo que bajaremos el nivel de producción. Con los abonos minerales es necesario tener más cuidado con las proporciones, es preferible quedarnos cortos y añadir más cuando sea necesario, que poner demasiado y estropear la cosecha.
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